martes, 9 de junio de 2015



Lic. Tomás Astacio  Zorrilla.
(1)
HONOR A QUIEN  HONOR MERECE.

Un poco de las  Historias para un pueblo ingrato y sin memoria, ubicado en  la región Este de la República Dominicana, llámese San Pedro de Macorís.

Sí, aquí ha ocurrido un olvido total de nuestra historia, varios hechos históricos se han realizados, que ya llegaron al olvido por  los petromacorisanos, como consecuencia de
 la ineptitud e incapacidad de nuestros nacionales. Tenemos el ejemplo de: LOS  CRIMENES  DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO.

“Las relaciones de amistad de los  dominicanos con cubanos, puertorriqueños y venezolanos  han existido desde los días la  colonia y son  muchos los ejemplos  de solidaridad activa y mutua en nuestras luchas por la libertad y el progreso”.
   Don  Horacio Blanco Fombona fue un intelectual venezolano  que refugiado entre nosotros, se  unió a nuestras luchas contra intervención  norteamericana de 1916-1924, sufriendo persecuciones y encarcelamientos en represalia por sus actividades  periodísticas en contra de los interventores.

El periodista Horacio Blanco Fombona nos ofrece importantes y poco conocidas noticias acerca del “Dios Liborio”, la persecución  y el asesinato de Vicente Evangelista, temido guerrillero de la Región Este. Máxime la gran concentración de los campesinos de la misma Región, así como numerosos ejemplos de brutalidad del impero norteamericano.
 En el momento en que las  tropas interventoras norteamericanas ocuparon  la ciudad capital, aquí en  San Pedro de Macorís, estaba el joven  Gregorio Urbano Gilbert, lleno de indignación, y comentó en una barbería el  hecho de que no se hizo resistencia armada en Santo Domingo al desembarco de los yanquis, y con un sentimiento provinciano, muy indolatino, había asegurado que no desembarcarían en San Pedro de Macorís  sin que se les recibiera a tiros; que si nadie lo seguía, él solo se bastaba para tal empresa. Algunos sonrieron del “romanticismo,” otros comentaron que así debía ser, pero que no sería, y nadie se preocupó de aquellas palabras que podía llevarse el viento como tantas y tantas otras.
Los invasores norteamericanos llegaron cautelosos, ocupando todo el país, Aquí penetraban con un pretexto, allá  con otro; pero en todas partes penetraban.
Pero tocó el  turno  a la ciudad de los azúcares San Pedro  de Macorís. Dos  vapores norteamericanos de guerra atracaron en el puerto, en zafarrancho de combate.   
Los macorisanos por  pudor, por precaución, quizás por ambas cosa, cerraron las puertas de sus hogares y de sus comercios.
Aquí, nadie quería presenciar el desembarco las tropas enemigas; si acaso lo harían a través de rendijas,   de puertas  y ventanas.

El muelle estaba desierto. El desembarco fue lento. Primero descendieron  dos soldados
con sendas ametralladoras embocadas hacia la ciudad; luego otro soldados seguidos de un oficial. Adelantaban  poco a poco. En tanto  ya cordones  de marinos bajaban por la escalerilla de uno de los barcos de guerra… El otro buque  apoyaba  el desembarco. El último que descendió fue un oficial, de mayor graduación, lo cual se descubría por los galones que adornaban su uniforme.
El muchacho  mirón que se había ocultado  tras unos bultos de la Aduana, salió de su escondrijo y avanzó hacia las tropas americanas, serenamente,  con las manos hundidas
en los  bolsillos del saco.
Cuando Gregorio Urbano Gilbert estuvo a pocos  pasos del oficial, sacó violentamente del bolsillo la mano derecha, provista de un revólver, e hizo dos certeros disparos sobre el jefe gringo.

Las fuerzas de desembarco se desplegaron, y, en plan de batalla, comenzaron a disparar sobre los bultos de la Aduana, sobre  las torres de la iglesia, sobre las  azoteas….
Los buques hicieron funcionar sus cañones. Al  replegarse la tropa, Urbano,  había quedado cubierto por unos bultos y allí esperó la muerte que  él  cría inevitable.
Fue después de mucho  aguardar que renació vehementemente el instinto de  conservación en Urbano,y que, contando con su conocimiento del terreno, se dio a la huída.”
CONDENADO  A NOVENTA Y NUEVE AÑOS DE PRESIDIO.